VICENTE VERDÚ, en El País: [Todo enrevesamiento en el análisis de Rothko caerá en el ridículo por exceso de discurso sofisticador. Precisamente por lo contrario de la retórica europea nos gusta tanto la luz, la oscuridad y los colores sensuales del hijo de Jakob Rothkowitz y Anna Goldin. Con él se entiende sencillamente que la pintura es la pintura y, a continuación, con o sin suicidio, apaga y vámonos.]